"Hay que creer que somos capaces de hacer las cosas, creer que podemos. Lo que uno cree afecta a lo que uno siente. Creyendo que podemos mejorar, mejoraremos"

 

La Asociación para el Progreso de la Dirección, creada en 1956, es una entidad de formación e información, de orientación y de contactos a nivel directivo, cuyo principal objetivo es el promover el intercambio de ideas, conocimientos y experiencias entre los medios directivos empresariales de nuestro país. A.P.D. ha conseguido, gracias a su objetividad e independencia, ser uno de los más prestigiosos centros de formación, información y contactos a nivel nacional.
 

Lo primero que hay que hacer al hablar de liderazgo es reconocer que es un tema muy complejo. Sirve de respuesta para todo, cuando algo va mal es porque hay una crisis de liderazgo. Sin embargo, no hay recetas para determinar de qué modo el liderazgo puede resolver estos problemas, sino que hay aprendizaje.

Cuando pensamos en un líder, todos nos preguntamos ¿por qué no puedo ser yo? Hablamos de un liderazgo personal, de personas, que surge de un deseo de reconocimiento, ¿qué tiene ese que no tenga yo?

A un líder se le piden una serie de características que lo harán distinto del resto, como por ejemplo, que inspire y motive a su equipo, que tenga capacidad de síntesis y de análisis, que innove, que proponga cambios, que sea íntegro, gran comunicador, que haga auto desarrollo y desarrolle a los demás. Sin embargo, no se encuentran personas que reúnan todo esto. Hay algunas que tienen algunas de estas características, pero no todas. Cada uno tiene sus propias características. Aunque el carisma es importante, el problema de los líderes carismáticos es que sólo se reconocen a posteriori, y entre ellos no se pueden reconocer unas características comunes. Las competencias aportan una versión muy mecanicista del director, le quitan humanidad.

Entonces, ¿qué es un líder? Para responder a esta pregunta hay que volver a los orígenes. Peter Drucker, pensador del siglo XX, definió el liderazgo basándose en cuatro puntos: primero, un líder tiene que tener seguidores, sin ellos no hay líder; segundo, tiene que orientarse a los resultados y no a la popularidad; tercero, un líder tiene que establecer ejemplo, tiene que ser un modelo a imitar; y por último, ser líder es tener responsabilidad, no tener privilegios, ni títulos ni dinero.

Ya se ha comentado que faltan líderes, por lo tanto podemos preguntarnos ¿puedo llegar yo a ser líder? Para saber la respuesta deberíamos reflexionar y contestar a otras dos preguntas: ¿qué puedo hacer que cambie la situación en mi organización?, y ¿cómo puedo dar ejemplo? Y se ve claramente en estas dos citas: “los líderes eficaces no predica, hacen”, y “lo hacen y se van”.

Los líderes deben animar a las personas brillantes para que trabajen juntas con éxito y desplieguen su creatividad. ¡Un líder se hace! La capacidad de liderazgo es como cualquier otra habilidad, por lo que puede ser mejorada a través de la comprensión y de la práctica.

Podemos hacer otra reflexión: ¿qué sería mejor, un líder que asume que lo que tiene que hacer es corregir los puntos débiles, o uno que decida mejorar los puntos fuertes? La respuesta es clara, para conseguir que los líderes funcionen deben centrarse en los puntos fuertes. Un ejemplo claro sería el de Mouriño, el entrenador del Chesea. Su punto débil es su antipatía, sin embargo él no sería mejor entrenador si fuera más simpático.

De todos los elementos que contribuyen a que el liderazgo de frutos, uno de los más importantes es el seguimiento. Éste hace que se perciban los cambios sustanciales, si se hace un seguimiento y no se perciben, es que estos cambios no han existido. Un seguimiento posterior es fundamental en las acciones de desarrollo.

Otro problema es que nos hemos olvidado de los gestores. Nadie aspira hoy en día a ser un buen manager, todos prefieren ser un líder excelente. Sin embargo, la mayoría de los fracasos empresariales se deben a que tienen una gestión pobre. No es posible la existencia de un buen liderazgo sin una buena gestión. No obstante, poco a poco se está volviendo a la formación del manager, esta figura están recuperando de nuevo la importancia que merece. Partiendo de esto se puede conseguir un buen liderazgo.

En España se han realizado varias encuestas de las que podemos extraer un par de resultados interesantes. Cuando se les pregunta a los altos cargos de la empresa sobre cuál es el estilo de dirección que hay en su empresa, la mayoría responde que es un estilo participativo, y si se les pregunta sobre cómo se utiliza el liderazgo en la misma, responden que es usado para coordinar. Sin embargo la cosa cambia cuando la encuesta se hace a los empleados normales, y entonces las respuestas son que el estilo de dirección es coercitivo y que el liderazgo es utilizado para mandar.

El papel de un líder tendría que ser el de transformar. Liderazgo se asocia a cambio, y por supuesto a obrar bien y de forma correcta. Hay que recuperar las virtudes clásicas en las que entraría la ética, virtudes como el valor, la justicia, la templanza, la prudencia, la fe, la esperanza y el amor. El liderazgo es un concepto que se asocia a los valores más nobles del ser humano, la fuente del liderazgo se tiene que sentir en el interior de la persona. Hay que creer que somos capaces de hacer las cosas, creer que podemos. Lo que uno cree afecta a lo que uno siente. Creyendo que podemos mejorar, mejoraremos.

Como conclusión podemos decir que un líder no nace, se hace, y además se tiene que sentir en el interior de cada uno. Un buen líder es aquel que apenas se hace notar, no aquel al que obedecen, aclaman o critican. Un buen líder habla poco, y cuando lo hace bien y termina, la gente dice: “lo hicimos nosotros”.

Zaragoza, 10 de noviembre de 2006.

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